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Secretos de Madrid

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Una calle muy querida de Madrid

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Es una de las vías más emblemáticas de Madrid, de marcado carácter comercial, se podría considerar la “hermana pequeña de la Gran Vía”, de hecho, ambas llegan a verse las caras en la Plaza de España. Pero ¿a qué princesa está dedicada? Recorre el camino que va desde la Plaza España hasta la zona donde Madrid ya se empieza a fundir con la A-6 en Moncloa; el total, 1.3 kilómetros llenos de vida. Pues bien, “La Princesa” se refiere a Isabel de Borbón y Borbón quien fuera infanta de España, princesa de Asturias (y por lo tanto, heredera al trono, en dos ocasiones) y condesa de Girgenti.

Sin embargo, lo que más se recuerda de ella, no fueron sus títulos sino el enorme cariño que la gente le profesaba. Fue una mujer enormemente carismática y querida, capaz de mezclarse con el pueblo llano y de ganarse el respeto y la admiración de muchos. Apodada La Chata, era una amante de las verbenas y de las corridas de toros, eventos a los que asistía siempre que podía. Además, le encantaba la cerámica.

Con solo unos meses de edad, ella y su madre, Isabel II, fueron víctimas de un atentado cuando el cura Martín Merino apuñaló a la reina a la salida de la basílica de Atocha. Muchos años más tarde se produjo un hecho que demuestra lo querida y respetada que fue esta mujer: al proclamarse la II República, en 1931, ella fue el único miembro de la familia Borbón a la que no se invitó a abandonar el país. Sin embargo, optó por acompañar a su familia; a los cinco días de dejar España falleció en Francia por causas naturales.

Isabel de Borbón y Borbón cuenta en la actualidad con dos monumentos levantados en su honor, uno en el paseo de Rosales y otro en La Granja de san Ildefonso. Aunque ninguno tan importante (y a la vez anónimo) como esta céntrica calle.

Fuente: Secretos de Madrid

Visita a San Valentín en Madrid

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Cada 14 de febrero, como todo el mundo sabe, se celebra el Día de los Enamorados, es decir, la festividad de San Valentín, pero ¿sabías que los supuestos restos del santo descansan en una iglesia del centro de Madrid?

Antes de entrar en materia, hay que hablar sobre el protagonista de esta historia y por qué se convirtió en el patrón de los enamorados. Valentín fue un sacerdote romano en la época del emperador Claudio II. Éste promulgó una ley que prohibía casarse a sus soldados, convencido de que los solteros eran mucho más fieros y aguerridos que los casados al no tener ataduras. Sin embargo, Valentín casó en secreto a varias parejas y fue descubierto, por lo que terminó siendo degollado en la puerta Flaminia de Roma, precisamente un 14 de febrero de 270 d.C.

Por esta razón, Valentín es el patrón de los enamorados. Lo que muchos no saben es que en la iglesia de San Antón, la misma a la que cada 17 de enero acuden cientos de personas a bendecir a sus mascotas, se encuentra un relicario con huesos, que supuestamente, pertenecieron al santo.

Pero  ¿cómo llegaron sus restos a Madrid? Según parece, a finales del siglo XVIII, el papa se los regaló al rey Carlos IV, quien a su vez los donó al os escolapios de Madrid. Así, los restos óseos (una calavera, dos fémures y varios huesos más) terminaron en la calle Hortaleza, en el centro de Madrid. Las reliquias estuvieron ocultas a los fieles hasta 1984 y desde entonces se pueden observar dentro de una urna de vidrio.

Sin embargo, Madrid no es la única ciudad que presume de tener los huesos del patrón de los enamorados, ya que en otros lugares como Italia (Termi) aseguran que están allí. Quizá nunca se sepa la verdad, pero vale la pena darse una vuelta por San Antón y saludar a Valentín, por si acaso.

La casa de Picasso en Lavapiés 

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En la calle de San Pedro Mártir, a la altura del número 5, en la esquina que da con la calle de la Cabeza se encuentra una fachada muy especial, con unos coloridos murales de cerámica que enseguida te recordarán el estilo inconfundible del gran artista Pablo Picasso. ¿Y por qué? Porque aquí vivió Picasso en sus primera etapa en Madrid, entre 1897 y 1898, cuando tenía 16 años para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Poco se sabe de aquel medio año en el que estuvo en Madrid, lo que sí hay constancia es que se instaló en una sencilla pensión de Lavapiés, ubicada en este lugar. Casa en la que curiosamente también vivió el actor de cine Pepe Isbert.

El autor del Guernika regresaría más tarde a Madrid, en 1901 antes de mudarse a París pero ya no se instaló aquí, sino en la calle Zurbano. Los murales se coloraron en 1981 para conmemorar el centenario del nacimiento de Picasso y son obra de Lola Gil. En estos murales se puede ver al propio Picasso jugando a cartas con el citado Isbert , así como reinterpretaciones de algunas obras del pintor.

Resulta llamativo que este secreto, a pesar de estar bastante a la vista, sigue siendo muy desconocido. Ahora tú ya lo sabes, así que no olvides echar un ojo cuando pases por allí.

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El Palacio de Longoria, una joya modernista
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En la calle de Fernando VI, en el barrio de Justicia, en el Distrito Centro, se encuentra uno de los edificios más bonitos de Madrid: el Palacio de Longoria, sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Constituye uno de los escasos ejemplos de arquitectura modernista que hay en la capital.

La balaustrada de la terraza principal, los adornos vegetales que decoran todas sus ventanas hacen de la "tarta", como le llaman los madrileños, un edificio fuera de contexto. En Barcelona, el modernismo, espoleado por el genio de Gaudí, se apoderó por completo de la ciudad, dándole ese aspecto que hoy refleja. Sin embargo, en Madrid, esta corriente no tuvo tanta aceptación y los ejemplos edificios claramente modernistas se pueden contar con los dedos de la mano.

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La casa-palacio fue ordenada construir por Javier González Longoria, un boyante hombre de negocios que encargó el proyecto en 1902 al arquitecto José Grases, quien la finalizó dos años más tarde. Sus primeros inquilinos no pudieron habitar mucho tiempo la casa y se la vendieron al dentista de Alfonso XIII por 500 000 pesetas de la época. Desde 1950 es sede de la SGAE.

En el interior, destaca una impresionante escalera imperial, realizada con una barandilla de forja, que reina en el espacio central de la entrada. Es una pena que este palacio no esté abierto al público, aunque en eventos como la Semana de la Arquitectura, hacen visitas guiadas. 

FUENTE: SECRETOS DE MADRID.  Manuel García del Moral Escobedo.

Madrid  mitológico

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1. Cibeles, el símbolo

Diosa de la Madre Tierra, de las cavernas y las montañas, las murallas (de ahí su corona), la Naturaleza y los animales. Cibeles era una diosa frigia que los griegos y romanos adoptaron. A Madrid llegó gracias al rey Carlos III que planeó embellecer la ciudad dando forma al paseo del Prado con una estética neoclásica. Con diseño de Ventura Rodríguez la fuente fue construida entre 1777 y 1782. Para ello se emplearon 10 000 kilos de piedra y  mármol. En sus orígenes la fuente no solo era ornamental, de sus caños manaba agua para uso público y para surtir a los aguadores. Ho es el símbolo de la capital española.

Clásico teléfono

El primer teléfono fue para el rey 

Aunque ahora suene casi imposible, hubo un tiempo no muy lejano en donde no existían los teléfonos, y cuando Alexander Graham Bell lo patentó en 1876, tardó varios años para que la mayoría pudiera acceder a tener uno en casa. Y lo más curioso de todo es que las personas "sobrevivían" sin estar conectadas  24 horas. Pero  bueno, a lo nuestro, que es Madrid y su relación con tan preciado aparato de comunicación.

El primero en disfrutarlo fue el Rey Alfonso XII, en 1883, cuando se instalaron varias líneas telefónicas que conectaban el Palacio Real con distintas sedes ministeriales y otros edificios importantes como el Palacio de El Pardo.

El “pueblo llano” tuvo que esperar un poquito más para disfrutar del teléfono y fue en enero de 1885 cuando se abrió el plazo de suscripción de abonados. Entonces costaba 600 pesetas al año, un lujo al alcance de muy pocos; con lo cual solo 49 personas se lo pudieron permitir. Entonces se llevaron a cabo varias medidas, la primera, reducir el premio del abono a la mitad, es decir 300 pesetas, y la instalación de cable telefónico por los tejados de Madrid. Parece que esto funcionó y sólo un año después la cifra de abonados rondaba los quinientos. 

Con el paso de los años el uso del teléfono se fue extendiendo paulatinamente. Tanto que en 1928 se instalaron teléfonos en las calles, las primeras cabinas públicas. Una de ellas estuvo en el actual Florida Park, dentro del Parque del Retiro, aunque entonces se llamaba Viena Park. Ese mismo año, el 13 de octubre, se realizó la primera llamada transoceánica, entre España y América, en la cual Alfonso XIII, desde el Edificio Telefónica, habló con el presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge.

Por cierto, el tatarabuelo de los smartphones, el primer teléfono móvil, no llegó a Madrid, y a España hasta 1971. Lo que sigue es historia conocida.

La calle de la  Abada

Es una callejuela que va dese la plaza del Carmen hasta la Gran Vía, en el Barrio de Sol. Su secreto está en su nombre, que esconde una historia / leyenda curiosa. En la placa de cerámica que ilustra su nombre, aparece un rinoceronte, ya que eso significa ABADA, aunque ya no se use.

Cuenta la leyenda que en el siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, llegaron a la capital unos feriantes portugueses. Como si de un circo se tratase, los lusos se instalaron allí con extraños instrumentos y una abada, es decir, un rinoceronte, criatura desconocida en aquella época en España. Los madrileños hacían largas filas para verlo de cerca.

Entre todos hubo una en concreto que trabó amistad con él. Se trataba del hijo de un hornero que comenzó a dar de comer al animal los bollos y los panes de su establecimiento. 

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 Con el tiempo, el rinoceronte y el chico establecieron una relación cercana; hasta que un día el joven tuvo la mala idea de llevarle un bollo recién horneado. El resultado fue fatal: el pobre rinoceronte se quemó el hocico, enloqueció y entre embestidas y sacudidas acabó con la vida del chico. El abad de San Martín, al enterarse de lo ocurrido, decidió echar a los portugueses. Y éstos a cambio dejaron suelto al animal por las calles de Madrid, acabando con la vida de 20 personas. hasta que fue abatido. En conmemoración por el triste incidente se nombró la vía como «calle de la Abada». Y esta es la historia, así que si un días pasas por allí, ya conoces el secreto.

La Plaza de la Villa

La Plaza de la Villa es uno de los conjuntos monumentales mejor conservados de Madrid. Está situada en el casco histórico, cerca de la Puerta del Sol, en uno de los laterales de la Calle Mayor. Es un remanso de estilo medieval en pleno centro de la ciudad. 

Fue uno de los principales núcleos del Madrid medieval, ya que en ella confluyen tres pequeñas calles correspondientes al primitivo trazado de la ciudad: la del Codo, la del Cordón y la de Madrid. En ellas se pueden admirar las fachadas de tres edificios de gran valor, cada uno de un siglo y un estilo arquitectónico diferente: El más antiguo es la Casa y Torre de los Lujanes (siglo XV), construido en estilo gótico-mudéjar y que hoy es la sede de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Su nombre se debe a sus primeros propietarios, la familia de los Lujanes, unos prósperos comerciantes de origen aragonés.  Le siguen: la Casa de Cisneros (s. XVI), un bonito palacio plateresco y la Casa de la Villa (s. XVII), de estilo barroco, sede del Ayuntamiento de Madrid durante 300 años, hasta 2007.

En el siglo XV, la Plaza adoptó su actual denominación, coincidiendo con el título de Noble y Leal Villa recibido por Madrid, de manos del rey Enrique IV de Castilla (1425-1474). Con motivo del tercer centenario de la muerte del marino Don Álvaro de Bazán (1526-1588), en 1888, el Ayuntamiento decidió erigir un monumento en su memoria que se inauguró en 1891. Desde entonces figura en el centro de la plaza, y está rodeado por un amplio parterre floral.

El  Madrid más antiguo

se encuentra en el  Barrio de los Austrias

Ahí se conserva buena parte de las construcciones que nacieron para dar esplendor a la capital del reino en los siglos XVI y XVII. Estas son algunas de las joyas arquitectónicas que hay que visitar:

 

- Plaza Mayor. Uno de los enclaves urbanos más emblemáticos de la capital. El rectángulo de la plaza, conformado por edificios de viviendas de tres plantas, mide 129 por 94 metros y dispone de un total de nueve puertas. Los numerosos balcones que miran a su interior –237– han sido palcos para todo tipo de acontecimientos multitudinarios. Su origen se remonta a 1581, cuando Felipe II encargó a Juan de Herrera la reordenación de la antigua plaza del Arrabal. Diego Sillero inició en 1590 la construcción de la Casa de la Panadería, el primer edificio de la Plaza Mayor. 

- Arco de Cuchilleros. El edificio de viviendas en el arco de Cuchilleros forma parte del perímetro de la Plaza Mayor; su peculiaridad reside en que fue construido para compensar el gran desnivel existente entre el recinto de la plaza y la actual Cava de San Miguel. Para ello, el edificio tiene tres pisos más que el resto del conjunto, lo que por varios siglos le valió el título de ser el más alto de Madrid. Es el acceso más célebre de la Plaza Mayor.

- Casa de la Villa. Antigua sede del Ayuntamiento de Madrid, se encuentra en la plaza de la Villa, espacio con otros dos edificios singulares: la Casa de Cisneros y la Casa y Torre de los Lujanes. El maestro mayor de la Villa, Juan Gómez de Mora, comenzó la construcción en 1626. En 1690 Teodoro Ardemans decoró el Patio de Cristales y en 1692,  Antonio Palomino pintó los frescos del salón de Plenos. Es una de las estampas más representativas del Madrid de los Austrias.

- Casón del Buen Retiro. Junto con el edificio que albergó el Museo del Ejército, son los únicos restos que quedan del conjunto palaciego del Buen Retiro, mandado construir por el conde-duque de Olivares para Felipe IV. El Casón fue levantado en 1637 como salón de baile pero del original sólo se conserva el núcleo central. En la actualidad es un anexo del Museo del Prado.

- Casa de Lope de Vega. Paradójicamente ubicada en la calle de Cervantes, fue construida en el siglo XVI. Don Félix Lope de Vega adquirió el inmueble en 1610 y vivió en él hasta su muerte, en 1634. Adquirida por la Real Academia de la Lengua se abordó una cuidadosa reconstrucción que devolvió al edificio la distribución original. Convertida en casa-museo, algunos muebles e imágenes fueron recuperados del convento al que habían sido donados por una hija de Lope de Vega.

- Colegiata de San Isidro. Fue la catedral provisional de Madrid hasta 1993, aunque  no fue concebida como tal.  Ahí estuvo el primer establecimiento de la Compañía de Jesús en la capital. El edificio fue costeado por María de Austria, hermana de Felipe II. La iglesia se inauguró en 1661. Tras la expulsión de los jesuitas, se encargó su reforma a Ventura Rodríguez, quien adecuó la decoración para acoger el féretro de San Isidro. La llegada de las reliquias en 1769 supuso la conversión en colegiata. El título de catedral provisional se mantuvo hasta que la Almudena tomó el relevo.

- Palacio de Santa Cruz. Situado en la plaza de las Provincias fue la Cárcel de Corte. La construcción inició en 1629. En el s. XX, fue restaurado respetando el estilo original. Liberado de su uso como penal, fue sede de los juzgados municipales y de la audiencia territorial antes de convertirse en Ministerio de Ultramar y, desde 1901, en Ministerio de Asuntos Exteriores.

-Museo del Ejército en Madrid. En la calle Méndez Núñez, se levanta sobre los fragmentos del conjunto palaciego del Buen Retiro, concretamente sobre el Salón de Reinos. Las obras comenzaron en 1629, y aunque el rey lo inauguró en 1632 los trabajos continuaron hasta 1653.  Entre 1808 y 1813, fue ocupado por las tropas francesas, que provocaron casi la total demolición, con dos excepciones: el Salón de Reinos –que albergó el Museo del Ejército hasta que fue trasladado a Toledo–, y el Casón del Buen Retiro. 

- Capitanía General. Ubicado en la calle Mayor, es también conocido como palacio del Duque de Uceda, y es uno de los más importantes del siglo XVII. El ambicioso duque de Uceda, valido de Felipe III, encargó edificarlo en las cercanías del Alcázar real, en una demostración de poder. Desde que fue adquirido por el Estado en 1717, ha sido ocupado por diversos organismos. 

- Parque de la Fuente del Berro. Fue adquirida en 1630 por Felipe IV. La propiedad cambió de titulares a lo largo de los siglos hasta que en 1941 fue declarado de interés histórico-artístico y la finca fue adquirida en 1948 por el Ayuntamiento de Madrid.

Por qué a los madrileños  se les llama "gatos"

Cuando el rey de Castilla, Alfonso VI llegó a conquistar Toledo - la gran ciudad de la época - antes decidió librar Madrid del dominio musulmán. El problema fue que sus tropas no podían acceder a la Villa a causa de las altas murallas que rodeaban la ciudad. Entonces, apareció un muchacho apodado "el gato"que trepó por las paredes y permitió la entrada del ejército del rey. Desde entonces, así se les llama a todos aquellos que nacen en Madrid. Pero para ser considerado un auténtico gato hay que ser hijo también de gatos.  

Las estrellas de la bandera de Madrid
corresponden al "Carro" de su cielo
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Las siete estrellas tienen su explicación en la Osa Menor o "Carro" que se retomó del escudo de la Villa. Sin embargo, éstas tienen cinco puntas a diferencia de las de la capital que tienen seis. Y señalan los límites de las cinco provincias que circundan el territorio autonómico: Toledo, Guadalajara y Cuenca, pertenecientes a Castilla-La Mancha; Segovia y Ávila, integrantes de Castilla-León.Los castillos de oro, por su parte, recogen también, el más característico símbolo castellano. Las dos comunidades limítrofes los lucen como emblemas. El hecho de estar pareados simboliza la pretensión de la Comunidad de Madrid de ser lazo entre las dos Castillas.  La corona real de España, hunde su tradición en la historia madrileña ”fue ganada o merecida en Cortes” y enlaza con el hecho de haber sido Madrid, por largo tiempo, sede de la Corona, quedando en el marco de la antigua provincia y actual Comunidad la espléndida huella histórico-arquitectónica de los "Reales Sitios". 

El Escudo de la capital consta de los siguientes componentes heráldicos: en campo de plata, un madroño, un oso  y bordura de azur, cargada de siete estrellas de plata de seis puntas; al timbre, corona real antigua. La bandera de la Villa se compone del escudo descrito, pero centrado sobre color carmesí.

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